martes, 20 de enero de 2009

Edguy en la Joy - Todo un chow

Mi hermano me dijo: “decir que un concierto es divertido, es como decir que una chica es simpática”. Y eso no puede ser bueno, normalmente. Pero la cosa es que el concierto que los Edguy ofrecieron en la Joy Eslava, típico lugar en el que uno no espera encontrarse normalmente un concierto de música metal, fue divertido, y no en el sentido malo de la palabra. Al contrario, una maravilla, tanto en sonido (con sus más y sus menos) gracias a la magnífica acústica de un sitio que la verdad, les pegaba a los tipos estos que viven en el siglo XVII pero con guitarras eléctricas, como en interacción con el público y todo eso. También dijo mi hermano que un grupo que lleva “Gay” en su nombre muy bueno no podía ser, pero creo yo que también se equivocaba.

El caso es que la sala, de un pijo que espantaba, abrió puntual, y apenas 20 minutos después las luces se apagaban para dar paso a los primeros teloneros: H.E.A.T, grupo hardrockero que quieren revivir como sea los 80, con pintas, música, y todo. Ese tipo de música baja-bragas sencilla y llena de flecos, sombreros, pañuelos piratas, teclados que le dan el toquecillo bluesero y escuchable para los adultos (como diría Lois Griffin: «Whitesnake es el rock que escuchamos los papás»), gafas de sol y socarronería. Ese tipo de música que a mí me gusta tanto, porque no espero un solo increíble de 10 minutos necesariamente cuando me pueden dar algo sencillo, con personalidad (mucha, por cierto) y que me deja con la duda de si quien tocaba el bajo era hombre o mujer.


Así, con apenas media hora que tuvieron para demostrar de la pasta de la que estaban hechos, estos suecos se pusieron las pilas e hicieron botar a toda la sala, que ya estaba bastante llena. Desde luego por acústica no se puede quejar uno de la Joy, porque madre mía qué maravilla, qué limpio sonaba todo, a un volumen alto sin atronar, y en el que el esfuerzo de cada miembro del grupo recibía su recompensa. El cantante, un tipo hortera que creció en los 80 o eso parece, vestido de vaquero blanquecino, con sus flecos y su sombrero, no paró quieto en todo el tiempo. Que por cierto, hasta se marcaron una balada magnífica y todo.

El caso es que tenían que terminar, y así fue. Pero no hubo tiempo para calmarse, ni para ir al baño, ni tan siquiera para atreverse uno que ya llevaba una cuanta de cerveza en el cuerpo para bajarse la bragueta y mearse en el de delante, porque al fin y al cabo, a servidor le parecía majo el tipo que le evitaba el estar en primera fila. Aunque al que tenía al lado le habría echado urea con sumo gusto. Pero dejemos de hablar de mi orina, y seguiré destripando el concierto, y es que, al poco de acabar los H.E.A.T, las luces se volvieron a apagar, esta vez para recibir al brasileño Andre Matos, uno de los platos fuertes de la noche.

Y es que, embutido en un traje pingüináceo, bastante acorde con lo que a la sala concernía (y no lo digo porque hiciera fresco ni nada), demostró que los vídeos de YouTube se equivocan, y que aquellos que dicen que está ya viejo como para berrear del modo que lo hacía en Angra, también se equivocaban. Porque, en el poco tiempo que tuvo este hombrecillo tan conocido entre el mundillo powermetalero, no solo destripó su nuevo disco “en solitario” (entrecomillo porque va acompañado de antiguos componentes de Shaaman y Angra, aparte de un batería que válgame Cristo qué bestia parda y qué brazacos y qué envidia porque no tiene ni 18 años el chavalín que podría ser Chad Smith golpeando de esa forma) con versión del «Separate Ways (Worlds Apart)» de los Journey incluida, sino que se atrevió a cantar dos temazos de Angra: «Nothing to Say» y el maravilloso y mítico «Carry On». Y cierto es que aquí hubo problemas con el micro, de tal forma que en cuanto el tipo este se emocionaba un poco y se alejaba el aparatejo un pelín de la boca, apenas se podía escuchar un leve hilillo de voz, y no creo que fuera porque no pudiera con su alma, porque las últimas las clavó de una forma que tiraba para atrás. Y se le notaba humilde con la tontería de que daba lo mismo que no tuviéramos el disco, que lo importante era que estuviéramos esa noche allí sabiéndonos las canciones. Minipunto para él.


Pero claro, este gran hombre también tenía su tiempo limitado, y de nuevo, se encendieron las luces y se empezaron a probar instrumentos, focos y demás para los que eran el plato fuerte de la noche. No pasó demasiado tiempo hasta que se volvió a poner la sala a oscuras, y se desveló un telón de fondo con castillos y demás, y un poco por delante el logo del nuevo disco de la banda con la cara de Jesucristo, que era una puesta en escena bastante vistosa, pues la cara se iluminaba independientemente del resto. Y saltaron los alemanes al escenario con la poderosa «Dead or Rock», que puso fácilmente a todos a pegar botes de enciscaos, como debe de ser. Y nada más acabar, «Speedhoven», así, presentando fuerte el nuevo disco. Se veía que iba a ser un gran concierto, y así fue, y eso que en las primeras canciones a Tobias se le notaba con la voz bastante desgastada. Y eso que en el resto las retocaba de tal forma que los agudos no lo eran tanto... cosas de la diferencia entre el estudio y el directo. Pero bueno. Recién acabó «Speedhoven», Tobi se detuvo a saludar a todos los que allí estaban abarrotando la Joy. Y de fondo se escuchaba algo muy familiar... no podía más que ser la intro de «Tears of the Mandrake», que ya puso a todos a cien, y que determinaba que iba a ser un genial concierto, como así fue. Desde luego, si bien Sammet no es que de la talla en exceso (y no lo digo solo por su altura, ack ack ack, que además no parece tan bajo como dicen que es), tiene una banda que sabe lo que hacer. Sin presencia de teclados, clásico tras clásico, junto con otros más nuevos, fueron sonando agresivos y duros del tó, consiguiendo que todo el mundo coreará sus grandes hits y animara en todo lo posible. Que los Edguy son un grupo para jovenzuelos, sobre todo. Es power metal, ¿qué más se necesita? Pues ya se sabe, bromitas entre canción y canción, que no faltaron, como en el momento pre-«Save Me», cuando se burlaron de tantas habladurías que ha habido y hay y habrá de que son gays. El Tobi es un showman, divertido a rabiar y que sabe como entretener durante más de hora y media y desear que no se acabe.


En «Pharaoh», un solo de bajo tremendo con una iluminación que quitó el hipo. Después, un solo de batería con fragmentos del «He’s a Pirate» de Klaus Badelt (Piratas del Caribe), de «We’re Not Gonna Take It»... Los guitarristas compenetrados al máximo en los solos...


Parecía que se terminaba todo cuando tocaron «Superheroes», uno de sus temas más sonados, y con razón... pero aún quedaba un poquito. «Lavatory Love Machine» (con el típico juego de gritillos desafinados incluido) y «King of Fools» eran las encargadas de cerrar el concierto en los bises. Entregadísimos, grandísimos, divertidos, y con razón. Con un magnífico sonido, sabiendo que la gente lo había gozado, los chavales (porque en el fondo lo son) de Edguy se despidieron de buena manera. Y mientras sonaba la versión “épica” de «Superheroes», toos nos largábamos en marabunta, buscando alguna púa por el suelo, y esperando que volvieran antes de que pasen dos años, como prometieron que harían. Así que, que el power metal nos siga acompañando más tiempo. Si es que somos unos enciscaos y unos japis. Eso sí, que la próxima vez se toquen algo de Avantasia, que vale que, como dijo él, era Edguy, no Avantasia, pero con lo de Zaragoza, y teniendo a Andre Matos tan cerca..


Setlist H.E.A.T:
There for You
Late Night Lady
Straight for Your Heart
Cry
Feel It Again
Never Let Go
Keep on Dreaming

Setlist ANDRE MATOS:
Letting Go
Rio
Nothing to Say
Separate Ways (Worlds Apart)
Remember Why
How Long (Unleashed Away)
Carry On

Setlist EDGUY:
Dead or Rock
Speedhoven
Tears of a Mandrake
Babylon
Pharaoh
Ministry of Saints
[Solo de batería]
The Pride of Creation
The Headless Game
Save Me
Superheroes
Out of Control
Lavatory Love Machine
King of Fools






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