jueves, 12 de noviembre de 2009

Rammstein. ESPECTÁCULO.


Y podría acabar ahí, porque no hay mucho más que decir. Es ver lo que aparece en sus vídeos en directo, pero desde dentro, más de cerca, sintiendo el calor de su pirotecnia, el sudor humano de tu alrededor, la falta de oxígeno, y el poder saber que has estado allí, que lo has vivido todo en tus propias carnes.

Había sido larga la espera, amenizada eso sí por patatas, calimocho y paridas, pero fue abrirse las puertas y comenzar la marabunta de gente apelotonándose en la entrada, el alargar la mano para enseñar la entrada y que te la cortaran, el correr escaleras abajo con grandes zancadas y saltos, llegar hasta la pista y esprintar para coger un buen sitio. A continuación, la temperatura aumentó. Más y más gente llenando la pista y las gradas del Palacio. La espera se hacía larga, pero la puntualidad permitió que justo a la hora de abrir las puertas, las luces se apagaran y salieran a escena Combichrist, que como decirlo... son el mejor grupo de bakalao metal que he podido escuchar.

Cuatro tipos pintarrajeados, de los cuales, aparte del gutural cantante, nos encontrábamos con un teclista (con cinco teclados para él solo), y dos (sí, DOS) baterías, uno especialista en tirar los parches con contundentes golpes, y otro que se encargaba de golpear machaconamente los platillos mientras estaba subido a su batería. La función de los teloneros es hacer que el público que ha estado llenando el recinto desde la apertura de puertas entre el calor. Se podría decir... que no habría podido nadie hacerlo mejor. Música machacona a toda tralla con un grupo del todo entregado desde el primer minuto. No es necesario saberse las canciones (no les había escuchado antes, y no lo he hecho después), lo único necesario es saltar, cantar cosas coreables como "This shit, this shit, this shit will fuck you up" y a correr. 45 minutos de infarto que nos dejó a todos preparados para el esfuerzo físico que iban a suponer los alemanes polémicos.


Y fue solo media hora de espera frente a un escenario en el que un muro negro impedía la visión de cualquier otra cosa. Pero a las 10, con la puntualidad como máxima, todo ello cambió. Sendos golpes en los dos lados del muro fueron dejando ver una brillante luz y, cada vez más, unas siluetas pertenecientes a los guitarristas de la banda. Los gritos y aplausos ya hacían retumbar el Palacio, pero el terremoto fue a mayores según un soplete iba abriendo un hueco en el centro de ese muro. Cuando ya había descrito una elipse, pareció Till, ataviado con un extraño delantal rojo, unas plumas sobre la zona nucal y una bombilla en el paladar que hacía que su boca brillara de una forma temible, al tirarlo de una patada. Lo que quedaba de muro se levantó y nos dejó ver el impresionante escenario y a los tres restantes miembros de la banda. El espectáculo había comenzado, y ya no pararía ese circo hasta más de hora y media después.

El inicio con Rammlied fue demoledor. Se podía observar un juego de luces estudiadísimo y que era todo un goce para la vista. Desde los focos normales, hasta otros con el símbolo del grupo a una altura más reducida, cuatro enormes círculos llenos de focos que bajaban, subían y giraban de vez en cuando, unas columnas de luz al fondo e incluso unos pilares que daban una luz eléctrica de vez en cuando, muy tesla. Y como si de una obra de teatro se tratara, tras la primera canción Till se metió en el escenario y salió al momento con un atuendo más simple, pero igual de efectivo. Y como si de una obra de teatro se tratara, cada canción tenía una representación diferente, un juego de luces y un cierto espectáculo que la hacían especial, pero siempre con esa sensación sucia, industrial de verdad que proporciona su música. Tonos verdosos, rojizos o anaranjados. Llamas. Las indumentarias propias del grupo, el sudor. El propio escenario y los focos, de un color metálico sucio. Grandes detalles que hacían del concierto un espectáculo único. Y sí, había poca interacción con el público, pero Till Lindemann es un gran Maestro de Ceremonias. Es un tipo que impone con su simple presencia, que ACTÚA, y al que apenas puedes dejar de mirar, si no es para fijarte en "Flake", el mártir teclista de la banda. Un tipo que cuando puede es más cercano al público, que salvo tocar el teclado, hace de todo. Le vi más tiempo andando en la cinta que tenía bajo sus pies que tocando. Con su traje de lentejuelas era el contrapunto cómico que lo hacía ver todo como un grandioso chiste como los hace Ernesto Sevilla, totalmente serio.


Cayeron muchas canciones de su nuevo disco, pero aún tocaron bastantes de sus clásicos, como Feuer Frei! que se convirtió en uno de los grandes momentos del concierto, con ese final con lanzallamas en la boca achicharrando al público; Links 2 3 4 (con desfile inicial) seguida directamente de Du Hast, lo cual se convirtió en un Apocalipsis en miniatura de saltos, gritos de chapurreo pseudo-alemán, tirones de pelo y demás cosas queh acen sufrir pero que dan mucha vida; o Keine Lust, una de sus mejores canciones, en mi opinión. Durante Wiener Blut, bajaron unas muñecas que estaban colgadas del techo, e iniciaron un espectáculo de láseres que culminó con la explosión de las muñequitas. Benzin fue otro de los temas que nos mostró un espectáculo de fuego diferente, cuando, con otro lanzallamas, Till achicharró a un espontáneo que fue corriendo en llamas de un lado al otro del escenario. Otro de los grandes números que pudimos presenciar fue cuando nuestro teclista favorito salió a bailar ridículamente, golpeando burlonamente a Till y este, como revancha, lo metió en una bañera, se subió a una plataforma que se alzó hasta 5 o 10 metros, y vació un recipiente para la leche sobre la bañera, con la diferencia de uqe lo que salió no era leche, sino chispas y chispas. Impresionante. Una de esas cosas que hacen de un concierto algo único, mágico, especial. De esos que valen el abusivo precio de la entrada, que sales con una gran sonrisa.

Pero fue Pussy quizá el momento más brutal del concierto, ya que, a media canción, el señor Lindemann se subió a lo que se podría denominar como un cañón de espuma seminal, y nos empezó a rociar a todos de falsa lefa, mientras confeti rojo y amarillo volaba por encima de nuestras cabezas. Un momento casi irrepetible, que pone este tema como absolutamente necesario para los conciertos. GENIAL.

Y aún con todo, Seemann, ya casi al final de la velada, supuso aún una sorpresa mayor cuando a media canción, "Flake" se subió a un bote y navegó por encima nuestro, ese mar de gente que había venido a verles. Lo que tiene que ser un baño de gente pero a lo grande. Grande, grande. Ese momento tranquilo, con unas luces azules que era todo lo contrario a lo que hasta ese momento habíamos estado viviendo... impagable. Engel puso fin a esta función achicharrante que dejó con gran sabor de boca a casi la totalidad de la sala. Así habrían de ser todos los conciertos grandes (y no tan grandes), con cada canción que posea un espectáculo único. Y eso que la acústica, desde mi posición, era un poco mala con un sonido muy embarullado, pero aún así se apreciaba cómo lo clavaban en cada momento. Reverberación, el mal de la mitad de las salas de Madrid, y de casi todas las grandes.

Y el final del concierto no supuso el fin del calor, pues a la entrada del Palacio de los Deportes seguía una multitud de quinceañeras con sus tiendas de campaña que emitían un calor horrible y que se iban calentando más y más, pues quedaba cada vez menos tiempo para ver a los Jonas Brothers. Lo más reprochable del concierto es que se dejaron grandes temas como Mein Herz Brennt, Bück Dich o Du Riechst so Gut, pero no todo se puede tener. Al final todo lo que queda es la sensación de "¡¡¡¡DIOOOOOOOS QUÉ GRANDES!!!!".

Setlist Rammstein:
1. Rammlied
2. B*******
3. Waidmanns Heil
4. Keine Lust
5. Feuer Frei!
6. Weißes Fleisch
7. Wiener Blut
8. Frühling in Paris
9. Ich tu dir Weh
10. Liebe Ist für Alle da
11. Benzin
12. Links 2 3 4
13. Du Hast
14. Pussy
----ENCORE 1----
15. Sonne
16. Haifisch
17. Ich Will
----ENCORE 2----
18. Seemann
19. Engel

3 pinchazos:

Monsieur Caca dijo...

Mi crónica es mejor que la tuya, ñiñiñi.

Aún me dura la trempera, por cierto.

Erizio dijo...

¿Eso lo dices tú... y cuántos más? XDDDD

Ni trempera ni mierdas, se dice "aún estoy tó palote, 'acho".

Anónimo dijo...

good....................................................................................................